martes, 19 de abril de 2016

LA INTEGRACIÓN O LA DESTRUCCIÓN EN EL MERCOSUR


Escrito por Claudio Diz

Están destruyendo aceleradamente dos ecosistemas importantes en la región: el ecosistema del Amazonas y el ecosistema del Chaco. Región ésta que abarca parte de los territorios de Argentina, Bolivia, Paraguay y parte de Brasil.

Ante la intensidad de las lluvias, fenómeno poco habitual en abril, muchos uruguayos se están preguntando de dónde viene tanta agua. Lo cierto es que países integrantes del Mercosur están destruyendo aceleradamente dos ecosistemas importantes en la región: el ecosistema del Amazonas y el ecosistema del Chaco; región ésta que abarca territorios de Argentina, Bolivia, Paraguay y parte de Brasil.

La ONG ambientalista Guyra Paraguay denunció que su país, Argentina y Bolivia talaron unos 25 millones de árboles durante el mes de octubre pasado en la región del Chaco, una deforestación equivalente a dos veces y media la superficie de Buenos Aires.

La ONG ambientalista denunció que la superficie deforestada durante octubre pasado en El Chaco, que es la segunda extensión boscosa más grande de Sudamérica después de la Amazonia, fue de unas 50.574 hectáreas, por encima de las 40.551 hectáreas registradas en septiembre del mismo año.

Ello equivale a un ritmo diario de deforestación de 1.686 hectáreas, de acuerdo con los registros de Guyra. De la deforestación causada en octubre, el 55 % corresponde a territorio paraguayo, el 34 % a Argentina y un 11 % a Bolivia, según los datos de la propia Guyra a base de imágenes de satélite que pueden consultarse en Internet en el "GeoPortal CartoChaco".

Como dice la ONG, la destrucción de bosques también trae una disminución de las superficies cubiertas por agua. Mientras que en agosto se conservaban unos 2 millones de hectáreas con agua, en octubre quedaron 1,6 millones de hectáreas.

Fabiana Arévalos, oficial de geoprocesamiento de Guyra afirmó que la destrucción de bosques en los ecosistemas del Bosque Atlántico del Alto Paraná (BAAP) y el Chaco, provocan la pérdida de la fertilidad del suelo y de la biodiversidad, con la desaparición de especies de flora y fauna, y amenaza los modos de vida de varias comunidades, especialmente de grupos indígenas que viven en aislamiento voluntario, y para quienes el bosque constituye su hogar.

Las masas boscosas funcionan además como sumideros de carbono que mitigan los efectos de la contaminación, y su desaparición puede provocar la proliferación de enfermedades respiratorias, dijo.

También aumenta el riesgo de expansión de enfermedades transmitidas por animales, vectores que al ver destruido su hábitat, se desplazan a otras zonas buscando adaptarse.

Los bosques poseen también un rol importante para amortiguar los efectos del cambio climático, como las inundaciones y sequías, cuyas consecuencias se intensifican a medida que avanza la deforestación.

“La pérdida de bosques puede así provocar una alteración climática grave en toda la región”, según dijo a la agencia Efe, Lucy Aquino, directora de la ONG conservacionista WWF Paraguay.

Aquino criticó los “deficientes controles” sobre la destrucción de masa forestal en Paraguay, y denunció que pocas veces se escucha la voz de los pobladores del Chaco, donde reside el 3,7 % de los casi siete millones de habitantes del país.

La responsable de WWF dijo que en esta región las áreas protegidas están fragmentadas, y pidió que se establezcan conexiones entre ellas a través de los llamados “corredores biológicos”.

WWF considera que tanto el Gran Chaco como el Bosque Atlántico son ecosistemas de importancia mundial para la mitigación de los efectos del cambio climático.

La actual tasa de deforestación sitúa a Paraguay como el sexto país del mundo con mayor reducción de bosques, con la pérdida de unas 325.000 hectáreas anuales, según la Agencia de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En diciembre del 2015 y en enero de este año, las inundaciones en Paraguay dejaron unas 100.000 personas desplazadas de su hogares en Asunción.

La inundaciones fueron provocadas por el fenómeno climático de El Niño, dijo Julián Báez, titular de la Dirección Nacional de Meteorología de Paraguay, sin embargo, el experto alertó de que la deforestación anula el importante papel que tienen los bosques para mitigar los efectos de esas lluvias, ya que absorben el agua de las precipitaciones y la filtran a la tierra.

Además, los bosques consiguen que el agua de lluvia quede almacenada en acuíferos subterráneos, que sirven de grandes depósitos de agua en épocas de sequía, explicó Federico Monte Domecq, biólogo especializado en manejo de recursos hídricos y miembro de la organización ambientalista WWF.

Monte añadió que otro factor que contribuye a agravar las inundaciones es la pérdida de humedales en las cuencas bajas de los ríos, algunos de los cuales “se están desecando para ejecutar obras de infraestructura”.

Citó el ejemplo del Pantanal, un ecosistema fronterizo entre Paraguay, Brasil y Bolivia, en la zona del Chaco húmedo, y considerado el mayor humedal del mundo, que libera periódicamente agua hacia el río Paraguay.

Si el Pantanal se altera o se intenta drenar, el agua que hasta ahora sale de forma paulatina del Pantanal, inundará otras áreas río abajo, advirtió el biólogo.

LAS LLUVIAS DE DICIEMBRE

Pocos meses atrás, en diciembre del año pasado para ser más preciso, los departamentos del litoral sufrían las consecuencias de la desproporcionada crecida del río Uruguay, un fenómeno poco habitual pero relacionado con lo mencionado anteriormente.

La contabilización oficial el Sinae indicaba que había 6.005 desplazados en Artigas, 2.942 en Salto, 2.357 en Paysandú, 51 en Río Negro y 2 en Florida.

Frente al puerto de Salto el nivel de las aguas había llegado 16,30 metros, convirtiéndose en la segunda inundación más grave de Uruguay, superada sólo por la inundación que se produjo en el año 1959, cuando no existía la represa hidroeléctrica de Salto Grande.



LOS DESASTRES ECOLÓGICOS NO RECONOCEN FRONTERAS

Lamentablemente el modelo extractivista imperante en los países mercosureños están dejando graves consecuencias más allá de fronteras y Uruguay no escapa a este fenómeno.

La deforestación masiva e indiscriminada de importantes ecosistemas, los monocultivos de soja, algodón, etc, que han derivado en los llamados "desiertos verdes", la explotación minera que deja la tierra arrasada; talando árboles, secando ríos y lagunas, construyendo mineroductos y carreteras donde antes no existían, van creando las consecuencias propicias para un futuro desastre ecológico que por supuesto afecta primero a las poblaciones más pobres. Las mismas poblaciones que son exoneradas de las enormes ganancias que las empresas mineras y forestales obtienen. De forma tal que el modelo "extractivista" no es tan justo, igualitario y beneficioso a la hora de repartir las ganancias obtenidas de la madera, los minerales y los monocultivos por parte de estas empresas, pero resulta implacable a la hora de repartir las pérdidas y prejuicios, como lo demuestran los fenómenos climáticos de estos días.

1 comentario:

  1. Lo peor que no hay marcha a tras de inmediato . Lo que hay es que pararlo, pero volver a lo de antes es casi imposible

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