martes, 20 de noviembre de 2012

ECOLOGÍA Y DESARROLLO


Escrito por Claudio Diz -Coordinador para Jóvenes Verdes del Uruguay

No siempre el desarrollo humano y el desarrollo económico caminan por la misma senda.

Muchos de nuestros detractores adoptan una visión reduccionista o un análisis simplista de la realidad y nos objetan, entre otras cosas, de “poner palos en la rueda del progreso”, de no querer el desarrollo y la creación de nuevas fuentes de trabajo ¡Nada más absurdo y erróneo! Esta afirmación, que a veces toma ribetes de acusación, en el fondo denota una falta absoluta de información o en el peor de los casos, se hace intencionalmente para embaucar a personas honestas pero mal informadas. Antes que nada debemos entender qué significa “desarrollo”.

El concepto de desarrollo humano tiene sus orígenes en el pensamiento de Aristóteles, quien consideraba que alcanzar la plenitud del florecimiento de las capacidades humanas, es el sentido y el fin de todo desarrollo. Ese pensamiento clásico sobre el desarrollo luego fue modificando en la contemporaneidad hasta ser definido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como "el proceso de expansión de las capacidades de las personas que amplían sus opciones y oportunidades". Tal definición asocia el desarrollo directamente con el progreso de la vida y el bienestar humano, con el fortalecimiento de capacidades relacionadas con todas las cosas que una persona puede ser y hacer en su vida en forma plena y en todos los terrenos, con la libertad de poder vivir como nos gustaría hacerlo, y con la posibilidad de que todos los individuos sean sujetos y beneficiarios del desarrollo. 

Nuestros detractores dicen que los ecologistas estamos contra el desarrollo y el bienestar; de golpe y porrazo nos quieren hacer parecer que estamos contra algo de lo cual todos formamos parte, pues no vivimos en una isla desierta ni en un planeta lejano. Entonces nosotros planteamos, y ahí radica la diferencia con el neoliberalismo y con el progresismo, de que no es lo mismo el “desarrollo a cualquier costo”, que el “desarrollo sostenible”; del cual las actividades extractivas, principalmente la megaminería metalífera no forman parte.

Aunque entran otros conceptos, como por ejemplo: que tipo de desarrollo beneficia a quién o a quiénes, o que tipo de desarrollo beneficia a las comunidades locales o nativas, me voy a enfocar sólo en los dos conceptos de desarrollo dentro de nuestro sistema capitalista.

El concepto de desarrollo a cualquier costo o pensando sólo en el máximo lucro empresarial, la rentabilidad, la productividad y otras variables económicas, sin medir el alcance o negando las consecuencias ambientales y los intereses económicos de las comunidades locales, choca de plano con el concepto de solidaridad intergeneracional y la posibilidad real de que el individuo sea beneficiario del tal mentado desarrollo. Por ejemplo: no existe la posibilidad real de que se corresponda el enorme destrozo ambiental irreversible realizado con la explotación minera a cielo abierto o la construcción de un puerto marítimo de enormes proporciones, con el aumento notable de la calidad de vida de los trabajadores. En los países andinos donde ya existe la minería desde hace siglos, se ha notado y comprobado que pese a las extraordinarias ganancias que obtienen las corporaciones que realizan los trabajos de extracción, el desarrollo no llega a los trabajadores y poblaciones locales que permanecen sumergidos en la mayor pobreza y con el padecimiento de diferentes tipos de enfermedades, como cáncer, enfermedades respiratorias y dermatológicas.

El concepto de desarrollo sostenible es reciente, surge a fines del siglo XX a la luz de diferentes estudios científicos que demuestran que los patrones de producción y consumo actuales no son sostenibles en el tiempo, ya que los recursos naturales no son infinitos, y a la vez este tipo de desarrollo ha provocado la gradual pérdida de biodiversidad, ha aumentado notablemente la contaminación del Planeta, ha provocado el Calentamiento Global con graves consecuencias en los patrones climáticos y el progresivo derretimiento de la capa de hielo en los polos, entre otras cosas.

El desarrollo sostenible no implica renunciar al confort, a los adelantos tecnológicos y a la suposición de que la Humanidad tiene que resignar su actual calidad de vida para cuidar y mantener el medio ambiente, sino que debe buscar las formas de conseguir un desarrollo armónico con el hábitat donde vivimos de manera que sea sostenible, pues el bienestar de los pueblos no comienza ni termina con la posesión y acumulación de mayor cantidad de objetos materiales, sino de poseer lo justo, lo necesario para un Buen Vivir, y buscar por todos los medios la distribución de lo justo y lo necesario para conseguir una mayor equidad social. Pero esa equidad social no se logrará por medio de políticas de transferencia a cambio de nada, o del asistencialismo estatal que perpetua la pobreza, sino a través de cambios profundos en los esquemas de producción capitalista, lo que redundará también en grandes cambios educativos y culturales.